viernes, 12 de septiembre de 2008

Juro que así lo haga…

Si apareciera el mismo diablo y al oído me susurrara que para yacer por última vez contigo tuviera que vender mi alma juro que así lo haga. Y que mi cuerpo arda por la eternidad como cuando en ti me hallo y así recordar por siempre el tibio cuerpo en el que tú, mi ángel, te guardas.

Si en la guerra yo andara y mi última bala se agotara cuando mi enemigo se acercara creeme que mataría aunque fuera con el alma, pues estallaría de rabia solo de pensar no sentir tu aliento una vez más en mi cara.

Y si en una tormenta en la oscuridad del mar me hallara y mi barco naufragara me aliaría con las estrellas para que el camino a tus brazos me mostraran. Pues tus rasgos serían el cielo, tu sonrisa la luna, la tormenta los truenos que nacen en tu garganta y tu mirada perdida los rayos que hacen estremecer mi alma.

Pero como no me hallo ante el diablo, ni en la guerra ni en una tormenta que me perdone Dios, pero no parare de yacer contigo cada vez que tu cuerpo me llame, tus labios se entreabran y tu mirada me desarme.

domingo, 20 de julio de 2008

Surcando mares

Tu cuerpo el mar que surcar
tus ojos las estrellas que me guiarán
tus manos la brisa que me acariciará
y yo, barco que en tí desea naufragar.

viernes, 18 de julio de 2008

Mi vida sin ti - 3/3

Días y días pasaron, nada cambió, el amor que sentía por ella casi sin conocerla era demasiado intenso para ser cierto, pero algunas veces por mucho que parezca extraño tampoco tienes por que buscarle a todo una explicación. No puedo mentir, lo que si he pensado más de una vez, es que todo parecía que había sido minuciosamente planeado, todo encajaba, cada paso de aquel día, cada movimiento que hacía sin sentido, resultaba que me llevaba a ella, me acercaba a este momento. No digo que no sea casualidad, pero prefiero pensar, que se acerque más a una bella maniobra del destino, única e intransferible, exclusivamente estudiada para mí. Me dediqué a disfrutar de cada momento a su lado dejándome llevar. El tiempo a su lado era lo más maravilloso del mundo, todo lo demás pasaba a un segundo plano, no merecía la pena ni pensar en lo que no fuera nosotros en ese instante. Y los meses pasaron junto a las estaciones sin distracción alguna, todo era tan mágico, tan especial, tan perfecto.

Sé que la felicidad muchos la definen como un estado transitorio. En parte hay que darles la razón. Su continuidad es difícil de mantener. La mía no iba a ser menos, todo periodo feliz se ve salpicado de problemas que nacen exclusivamente para tambalear sus pilares, derrumbándola o haciéndola mas fuerte. Mi felicidad entonces se vio puesta aprueba. A mi pesar, una prueba demasiado adversa para cualquiera. ¿Quién iba a saber que todo se complicaría? ¿Es qué nada tiene que ser perfecto del todo? No creo que sea el hombre adecuado para responder a esta última pregunta. Si sirve de algo prefiero decir que todo depende de cuánto quieras tu apostar por todo cuanto se te ha regalado, de hasta dónde quieras llegar por ello y, por supuesto, de lo importante que para ti sea ella, esa persona que llena por completo el hueco de ser, que lo inunda y lo protege. Y no de qué adversidad tengas en frente o de porqué no ha de ser tan perfecta tu vida. Hablo de apostar, puesto que el problema que me tocó vivir, me obligaba a elegir entre ella o la ciudad en que vivía, mis amigos y la tranquilidad de mi antigua vida, puesto que el hermano la echó de casa, y la amenazó de muerte si la volvía a ver conmigo. No se cómo se llamaría esta enfermedad en psiquiatría, a lo mejor ni era una enfermedad y simplemente era que el hermano se había pasado toda la vida enamorado de ella, y no podía soportar verla a mi lado, seguramente nunca llegaría al extremo de matarla, supongo que ni le pondría una mano encima, pero es de comprender que quisiera que saliese de su vida, para poder rehacer la suya debidamente.

Tenía que tomar una decisión, la amaba con toda mi alma, no resultaba tan fácil dejarlo todo, ¿debía apostar mi vida por alguien que apenas conocía, que pasaría si no funcionaba? Ella, era esa personita especial que siempre había esperado, la que anhelaba encontrar y por la que había soñado despierto toda mi vida, ¿pero se merecía que llevara acabo un punto de inflexión en mi vida, cambiándola por completo, solo por estar con ella? Me surgieron miles de preguntas, por suerte no tardaron en responderse. Siento haberos engañado al principio de esta historia y haberos podido hacer pensar que al llegar este momento cogería la decisión de no jugármelo todo por ella, pero de qué sirve si vosotros mismos no llegáis a valorar algo tan hermoso como es el amor, mi exclusiva historia de amor, una de tantas que se dan a todas horas y en todas partes del mundo, y que te tocará vivir el día menos esperado, tarde o temprano. Afortunadamente, pude y me di cuenta de que habría perdido lo que inspiraba mi vida, lo que me motivaba a levantarme cada mañana para comenzar un nuevo día, lo que me inspiraba confianza y por supuesto lo que me hacía sentir tan feliz. Se que puede resultar un poco egoísta, tenéis que tener en cuenta que os aman de igual manera, no solo influyendo sobre ti la decisión que tomes, sino correspondiendo al amor que os ofrecen y que no debéis rechazar por nada del mundo, si de verdad sientes al mirar a sus ojos que deseas penetrar en su alma y anidarla por siempre, siendo parte de su esencia, de su ser. Tiempo habría pasado hasta volver a confiar en mi mismo, si es que lo conseguía alguna vez, y no me convertía en un loco que gastaba el tiempo en imaginar como hubiese sido mi vida a su lado.

Me hubiese convertido en este ser incompleto del que os hablé, así que pedí traslado en el trabajo y me fui con ella a otra ciudad, donde vivimos y espero que compartamos el resto de nuestros días. Pero ya, no me conformo solamente con vivir unos cuantos años a su lado, ahora lo que quiero es que nos dejen estar juntos hasta el fin de los días siendo parte de la eternidad y que en algún lugar, mezclándose nuestras almas nunca se vuelvan a separar.

Espero que después de haberos contado mi pequeña historia de amor, cuando os llegue vuestro momento seáis capaces de apreciarlo, y nunca perdáis lo que de verdad os llena, por no salir de la tranquila y segura rutina que os mantiene. Cuando juntos saltáis los obstáculos que la vida os van arrojando en vuestro camino todo os hará más fuerte y se os habrá constatado que de verdad valía la pena creer en lo que sentíais, pues estar con el otro es lo único que deseáis. Al menos aunque todo salga mal, podréis decir que no os quedasteis en lo fácil. Nunca tendréis la pesada carga de no haberlo intentarlo quedándoos por siempre en la duda, de lo que pudo haber sido y no fue. Quizás con la ayuda de todos, consigamos que en la tierra el amor triunfe ante todo espectáculo de fuerzas inexorables que se crucen en nuestras vidas, ante las que incluso el más forzudo guerrero, tembloroso de temor, se derrumbase sobre la arena declarándose el perdedor de la contienda. Y por fin encontremos lo que todos deseamos en nuestras vidas, el amor que mantenga por siempre viva la llama de nuestra felicidad.

martes, 15 de julio de 2008

Mi vida sin ti - 2/3

Casi sin que me saliera la voz, le dije que si me podía llevar otra cerveza, y ella sonriendo me dijo que claro, cuando se acercó me traía un caramelo, me lo puso en la mesa y me dijo: “para que te cuides esa garganta”. No tenía importancia, era un comentario cualquiera, otro día lo habría obviado, pero hoy y de ella era distinto, no sé, como si todo tomara importancia. Le conteste: “gracias, pero no se preocupe que estoy bien”. Y sonriendo se fue para seguir con su tarea. Quería hablar con ella, de cualquier cosa, lo que fuese, por desgracia no se me ocurría comentario alguno, así que por primera vez en mi vida me deje llevar. Hiciese el ridículo o no, merecería la pena y la verdad por que no intentar conocerla tras haber sentido algo tan intenso por una sola mirada, imagínate que podría sentir toda la vida a su lado. Me lancé a la desesperada y me fui a la barra, le pregunté que si le importaba que me pusiera allí, que ya llevaba mucho tiempo solo y no me apetecía seguir en aquella esquina agazapado. No salía de mi asombro, ¿porqué le contaba esto a aquella desconocida? Seguro que pasaría de mí. Para agrandar mi sorpresa me respondió que encantada, y empezamos a hablar de temas inverosímiles, a reírnos, a tener miradas cómplices… Me sentía encantado por su voz, tranquilo y sosegado. Mis palabras salían casi sin pensarlas con una naturalidad poco común en mi persona, no tenía que aparentar nada, era solamente yo en aquel momento, ¿cuánto tiempo hacía que no me sentía así?, ¿años quizás?

Me quedé allí con ella toda la tarde, hasta que llegó la hora de cerrar el bar. El que me sirvió la primera cerveza se había ido, y por lo visto era solamente su hermano, por lo cual no tenía de que preocuparme. Hablando, me enteré que no tenia pareja, hacía no mucho dejo al hombre con el que compartía su vida, no me quiso decir el porqué, pero en aquel momento era lo único que no me importaba. En tan solo unos instantes, ya estaba convencido y tenía por seguro que intentaría con todas mis fuerzas conseguir a esa persona que tenía delante de mí, la que tan solo hace un momento era una desconocida más que hacía de relleno en el reparto de mi vida, una actriz secundaria, que pronto se transformaría en protagonista principal siendo yo el único espectador de tal sublime película. Cerró el bar y nos despedimos, no lo quise decir que estaría al día siguiente, sobraba el comentario, pues ambos sabíamos que estaría allí deseando su presencia, y rogando por que ella me anhelase. ¿Quién sabe?, para una vez que algo me hacía ilusión, auque se quedara en un espejismo valía la pena vivirlo y ensimismado en ello me dirigí a mi piso.

No recordaba si era la primera vez que no era capaz de sacarme a una mujer de la cabeza, seguramente tan complicado como con aquella no me habría resultado ninguna a lo largo de mi vida. Me invadía mis pensamientos, cortaba los que no tenían relación con ella y abortaba la atención que quisiese prestar a cualquier cosa. Me dominaba por completo, tenía las riendas de mi mente, y creo que hasta disfrutaba con ello, aunque resulte paradójico. Me acosté y siguió acosándome en sueños. Al despertar me encontraba más feliz que nunca, eso si que me extrañó, así que no iba a ser una tontería sino que de verdad me había afectado, de verdad me había cambiado, de verdad había encontrado un camino que seguir, un sendero que albergara como premio mi felicidad.

La mañana se pasó volando. Por primera vez fui capaz de entablar conversaciones con los compañeros, que no fueran las normales del trabajo, sintiéndome libre de las cadenas que cada mañana me ponía al salir de mi casa y me esclavizaban en mi eterna agonía. Se cumplió uno de mis sueños ser yo mismo en el trabajo, encontrar mi sitio y sentirme por primera vez apreciado en él. Deje de ser el bicho raro, una parte de la silla que tecleaba el ordenador y la extensión del teléfono que sonaba a mi alrededor. Cuando por fin salí de allí, me bajé en la parada cercana al bar. Intentando no ser muy descarado, pasé disimuladamente mirando hacia dentro para ver si estaba la que esta noche había sido la reina de mis sueños. No solo estaba, sino que me vio mirar y se sonrió como niño pequeño que encuentra a su madre cuando creía que la había perdido para siempre. Curiosamente su sonrisa me traspasó, me lleno de luz, y cambió el latir de mi corazón, mi mente se bloqueó y mi voz se apagó. Y Como si una fuerza invisible me manejara, y de una marioneta se tratara, me encontré bailando con ella al ritmo de la música que sonaba en el interior, los dos solos, abrazados, todo un baile de estrellas y delfines ante la luna, sin más que el mar y el cielo de testigos.

Todo pasó tan rápido, una mirada, una sonrisa, un baile, y lo más esperado y deseado de todo, un beso. Toda la vida soñando con algo tan bello, y pasa cuando menos te lo esperas, cuando crees que todo está perdido. Te despiertas, de una vez por todas, dándote cuenta que estas viviendo la historia de amor más grande jamás contada.

jueves, 3 de julio de 2008

Mi vida sin ti - 1/3

No quiero ni pensarlo, me atormenta cada vez que resurge en mi mente, lo cobarde que pude llegar a ser. Nunca estuve más convencido de algo, pero aún así me negué a forjar mi destino, a participar en él y escribir como si de una pluma mágica se tratara el resto de mis días, y me secuestre en mis propias sombras donde a cambio de tranquilidad y seguridad entregué lo que ahora me convierte en este ser sin ilusiones ni pretensiones, pues mi tiempo pasó, y a mi pesar, nunca o rara vez como excepción te da una segunda oportunidad donde arreglar aquello que en estos momentos me sumerge en mares infranqueables y océanos de soledad.

Todo pasó un día cualquiera de los de mi rutinaria vida, salía de trabajar y unos amigos me quisieron invitar a tomar unas copas en el bar de enfrente de la empresa. Mi vida no es que la considere muy interesante, lo típico, siempre levantarme a la misma hora para ir a trabajar, terminar la jornada laboral, llegar a casa y esperar que pasen los días lo mas rápido posible pues mis amigos trabajan y hasta el fin de semana no siento con ellos que tengo las riendas de mi vida. Hacemos cualquier cosa, y lo pasamos en grande. Aunque me resulta difícil vivir de los fines de semana me alivian la existencia extraordinariamente. Aún así, no les dije que si, no me encontraba con ánimo. Pensaba en esto una y otra vez, bloqueándome hasta niveles increíbles, siendo desde hace tiempo un ser social de fin de semana.

De camino a casa cogí el autobús, tenía el coche en reparación, por lo cual llevaba toda la semana con la grata novedad de los retrasos y los empujones de tal grandioso medio de transporte. Cuando llegó, subí y me acerqué a la puerta de salida pues había mucha gente y no quería pasarme de parada y tener que andar más de diez minutos en sentido contrario. Cuando se detuvo a tres paradas de la mía, como estaba delante de la salida, una anciana me dijo que le hiciera el favor de subirle por esta puerta el carro de la compra, ella subiría por la entrada para pagar el ticket y ya dentro nos encontraríamos. Sin dudarlo le dije que por supuesto y lo subí. Cuando la anciana se puso en la cola para entrar, a pocas personas de ella, se cerró la puerta pues no cabía más gente. Como sabía que iba a arrancar tuve que bajarme rápidamente con el carro para dárselo, pero desafortunadamente antes de poder volver a subir se cerró también la de salida y el autobús partió, encontrándome fuera de él y en tierra. La cara en instantes me cambió, se me encendió, me enrojecí de cólera. La anciana por su actuación me imagino que supo reconocerlo en mi rostro, me miró a los ojos y con un simple lo siento cogió el carro y se sentó en la parada a esperar otro autobús. No podía quedarme allí quieto y como una hoja cuando se ve azotada por el viento, empecé a andar en dirección a mi piso. No podía entender como por ayudar a alguien le podía pasar a uno esto.

Me encontraba andando, con dirección, pero aturdido, casi sin sentido. No veía la calle, ni los edificios, todo se convirtió en un inmenso mar, surcado de muchísimos barcos a la deriva. Iban en todas direcciones, pasaban a mi lado con las luces apagadas y la radio desconectada, y las velas desplegadas, esperando que la brisa les llevase a un lugar donde refugiarse de las tormentas que les acechaban en mar abierto, obligándoles a superar altas olas con esfuerzo y coraje. Para colmo todo se nubló, pero estas nubes estaban formadas de palabras que a ritmo de danza aparecían de la nada o se transformaban en otras más grandes cuando se enlazaban las ideas que implicaban. No podía seguir así, tenía que despertar de aquel sueño, abrir los ojos y buscar mi cordura, me acerqué a una fuente y me eché agua en la cara, todo parecía estar mejor o al menos eso esperaba yo.

Divisé un bar, que me llamó la atención, nunca lo había visto, estaba tan solo a cinco minutos de mi casa y me parecía algo mágico casi creado aquella mañana, puesto allí con una grúa gigante y encajando perfectamente entre los dos edificios que lo rodeaban. Me dije, ¿que más da?, ¿porqué no entrar? Es que pierdo algo, que yo sepa hasta mañana a las ocho no vuelvo a entrar y no tengo nada que hacer en toda la tarde. Entré, pedí una cerveza y me senté en una esquina donde viera pasar la gente por la calle, para que así se disimulara mi soledad. Que verdad es, cuanta más gente tienes a tu alrededor más solo te sientes.

Sería difícil expresar todo lo que allí sentado se me pasó por la cabeza. Pero tenía claro porqué me sentía así, era consciente de la causa principal de mi melancolía y todo cuanto me provocaba. Tenía el móvil entre las manos, no sabía a quien llamar, bueno mejor dicho no tenía a quién. Pero empecé a escribir un mensaje, como de si una botella se tratara, la cual tirara al mar, en la que un mensaje hubiese escrito, en una humilde hoja de papel, que contara mi situación actual, pidiendo ayuda por todo cuanto sientía y que llegara algo a mi vida que llenara todos esos huecos de mi alma que permanecen vacíos desde mi creación; esperando que en la otra orilla la mujer de mis sueños la recogiese y volará hasta aquí, anidara en mi ser y por siempre fuéramos uno donde el tiempo se detuviese y la eternidad no se consumiera y, por supuesto, sin preocuparme de que se me acabara el tiempo de mi corazón.

Absorto en estos pensamientos, terminé la cerveza y cuando levanté la cara para pedir otra, creía que seguían sumergido en mis pensamientos, no había visto una mujer tan bella desde hace años. Ella estaba lavando los vasos, tenía el pelo rubio, y un suéter mojado por el agua que lo salpicaba. No me atrevía a levantarme para ir hacia la barra, así que me quedé mirando para ver si levantaba la cara, estaba embelesado, observándola como si de una especie nueva se tratase. Levantó la cara por fin, y en décimas de segundo su mirada me traspasó, instalándose en mi mente sin previo aviso, ocupándola de norte a sur, de este a oeste, sin ni siquiera tomarse un respiro en el que pudiera caer en la cuenta de que algo estaba cambiando mi vida para siempre. Y como si el espacio-tiempo en el que estuviese se parara y los sonidos se hicieran eco lejano, me transportó a un lugar indefinible, donde el mundo eran miradas y sus lágrimas las estrellas que lo poblaban.

martes, 3 de junio de 2008

La eterna lucha.


Desde la nada nos observa, desde el odio se alimenta, y a pesar de ello sigue rezumándose a nuestra cuenta. Nos observa con frialdad, con desgana y arrojo, pues le da igual lo que desees, el lo cambiará y quizás a tu pesar, lo conseguirá.


Lucharás contra su voluntad, e igual vencedor resultarás, sin embargo con su intento se conformará, ya que no será la primera, ni última vez que te invadirá en tus pensamientos o tus sueños intentando derrocar todas las defensas que con valentía enfrentarás.


Está construido sobre la maldad, pero es tal obra maestra de genialidad que con desparpajo se basta para disimular su realidad. Te arrinconará en la soledad de la duda, cayendo en la cuenta de que es demasiado tarde, estás en sus garras pues te ha convencido con sutiles palabras que no dicen nada.


Nos intenta llamar la atención a base de todo lo que no disponemos, con el único objetivo de engañar e intentar hacernos crees que algo más felices seremos. Increíblemente lo aceptamos y hacemos todo cuanto nos dicta.


No soy iluso, sé que la satisfacción la obtenemos, y solamente cuando vemos el precio que hemos pagado es cuando descubrimos que nunca debimos dejarnos engatusar con sus artes y oficios.


¿El precio?, es no olvidarlo nunca y que cuando menos lo esperemos surja en nuestra mente y nos atormente sin esmero. O incluso no dejándonos dormir en paz y envolviéndonos en sudores fríos noche tras noche sin piedad.


Pero gracias a Dios, no todo está perdido, pues tenemos la consciencia, nuestra gran arma, nuestro amigo leal. Pues es lo que te hace desear no haber hecho lo que su arte y su embrujo te hizo realizar. Haciendo de ángel guardián, siendo el héroe de tu alma y tu bondad, ayudándote a negar todo lo que te dicta para su fin lograr.


Por ello ayudarla y escucharla sin parar pues seguro que así vencerá, y la razón resurgirá, incluso de lo más profundo del malestar.

martes, 27 de mayo de 2008

Contadme un secreto...


Yo os contare uno... os hablare de mi lucero.



No te preocupes amiga, hoy no te pediré nada, ¿qué más vas a hacer por mí? Tantos años conociéndonos y tantos sueños hechos realidad, que ya me lo pienso antes de recurrir a ti. Sí, puede que lleves razón, será miedo a que alguna noche al asomarme a mi balcón ya no estés ahí, y dejes de aparecer y de iluminarme con tu puntito de luz, en los momentos de oscuridad de mi firmamento.


Siempre te he confiado mis sueños y nunca me has defraudado. Todo lo contrario los hacías realidad de la manera más bella y desinteresada que se pueda imaginar, pareciendo yo, el único responsable que se pudiera enorgullecer de haberlos conseguido. Lo cual a no ser que me equivoque dice muchísimo acerca de ti, pues considero que ser humilde es una de las más envidiables virtudes.


Evalúo mi vida, ¿y qué no te he pedido de todo lo que tengo? Sí, quizás eso, la familia, pero prefiero pensar que antes incluso de que naciera ya estabas pensando y cuidando de mí, regalándome una, de la que siempre estaré agradecido.


Cada año mis inquietudes eran distintas y mis obsesiones variaban. Me dedicaba a sentarme, divagar, y pedir. Todo tan fácil… Pero no te equivoques, muchas veces he pensado a qué o quién me dirigía cuando dialogábamos y cambiábamos compromisos. Y qué pensar ¿Dios? Pues no lo sé, ¿por qué decir que no? A veces me habré referido a ti, por ese nombre, o creo recordar que también por el de ángel de la guarda, que bien sabe él quién creo que es. Además, no me gusta mentir, así que no obviaré la posibilidad de que puede que seas simplemente mi conciencia cuando baja las barreras y se muestra en todo su esplendor, evaluando quién soy, qué tengo y qué deseo.


¿Por qué no creer en la magia, en el mas allá, o en la religión? Yo ante la duda prefiero que siga siendo algo tan enigmático y especial. Por ello, intentaré no planteármelo mucho y te seguiré mirando en lo alto de la noche, disfrutando de tu segura apariencia y de tu larga experiencia.


Ahora, sólo decirte gracias por todo, y espero que por siempre para muchos otros llegues a significar tanto como para mí, siendo la estrella más bella que se pueda observar en el firmamento y en la que poder confiar y pedir todos nuestros más íntimos deseos.